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Riga conquista al viajero deseoso de descubrir y ver in situ sus construcciones modernistas. Los edificios art nouveau, estilo que en cada país de la Vieja Europa se conoce con diferentes nombres, ocupan un tercio del centro de la ciudad, lo que hace de la capital de Letonia la ciudad con mayor concentración de construcciones modernistas del mundo.

Para no llevarnos a engaño, lo primero es aclarar qué es el Modernismo. A saber: El estilo arquitectónico modernista apareció como reacción a la revolución industrial de finales del siglo XIX y a la producción en masa de objetos decorativos, ya que el modernismo buscaba que cada objeto fuese una obra de arte en sí misma. Esta tendencia arquitectónica se inspiró en la naturaleza, los elementos vegetales y las formas de las esculturas clásicas de la mitología griega que representaban explícitamente la sensualidad de los dioses. También se oponía a los estilos académicos de inspiración clásica y a las líneas rectas que predominaban en aquel momento en muchos edificios oficiales.

Panorámica de Riga – Foto: Pedro Grifol

Las fachadas de los edificios modernistas se cubrían con formas ondulantes y se incorporó una buena colección de animales míticos. Los interiores de las viviendas, con sus sinuosas escaleras de barroca ornamentación floral, hicieron que este estilo fuese una de las tendencias más queridas por la clase burguesa de principios del siglo XX. Ya se sabe, belleza es, a veces, monopolizada por los poderosos.

En cada país europeo esta tendencia arquitectónica se conoció con una denominación distinta. Así, en España se llamó Modernismo; Art Nouveau en Francia y Bélgica; Jugendstill en Alemania; Sezession en Austria; y Modern Style en el Reino Unido.

La historia modernista letona

Plaza de la Catedral – Foto: Pedro Grifol

Gracias a su puerto comercial, a principios del siglo XX, Riga experimentó un gran desarrollo económico y demográfico, que la convirtió en una de las ciudades más estratégicas del entonces Imperio Ruso. Riga había formado parte de la llamada Liga Hanseática (una federación mercantil de ciudades del norte de Europa), y la población creció en más de un 80%, lo que originó la creación de nuevos barrios en torno al centro histórico y las nuevas casas se empezaron a construir en el estilo predominante en aquel momento en Europa, el modernismo.

Notables arquitectos se formaron en el Instituto Politécnico de Riga, fundado en 1869. Entre ellos destacaron Konstantīns Pēkšēns y Rudolph Dohnberg; aunque quizá el arquitecto más sobresaliente fue el ruso afincado en Letonia Mikhail Eisenstein, padre del famoso director de cine Serguéi Eisenstein, autor de ‘El acorazado Potemkin’ (1925) y ‘Octubre’ (1928); dos películas que marcaron no solo la Historia del Cine, sino también encendidos aspectos sociológicos en el contexto de la revolución rusa.

Para no perderse la obra maestra del arquitecto Eisenstein, que se encuentra en el número 8 de la calle Alberta. El edificio tiene los característicos tonos azules del arquitecto ruso y se encuentra cubierto de decenas de rostros: mujeres, faunos, máscaras, animales…

Las diferentes épocas

Modernismo en Riga – Foto: Pedro Grifol

Estilísticamente -en un lenguaje más tecnicista- la arquitectura modernista de Riga se puede dividir en tres categorías: ecléctica, romántica y neoclásica. El modernismo de ‘estilo ecléctico’ adoptó nuevas formas de decoración, sustituyendo motivos decorativos anteriores por otros más innovadores, pero no cambió los conceptos formales en la estructura de los edificios. En esta primera etapa la influencia extranjera fue bastante notoria, especialmente de Alemania. Los edificios modernistas eclécticos más sobresalientes de Riga están situados en la calle Alberta.

Para cualquier persona que se deje seducir por el arte, la calle Alberta es lo más parecido a un museo de casas al aire libre. Los edificios emblemáticos se suceden uno tras otro y envuelven toda la calle de eminente arte urbano. La mayoría de estos preciosos edificios residenciales tienen fachadas de decoración desbordante, que se caracterizan por la profusión de cenefas ostentosas, y merece la pena detenerse en los detalles.

El viajero descubrirá la que puede que sea la calle más genuinamente modernista del mundo.

Escalera central del Museo Art Nouveau – Foto: Pedro Grifol

Por otro lado, el llamado ‘estilo romántico’ se caracteriza por la incorporación en las fachadas de elementos inspirados en el romanticismo tradicional letón, como hojas de roble (árbol sagrado en Letonia), flores (como margaritas), frutos (como piñas); o animales de la zona (como osos).

Para ver edificios de este estilo, así como del ‘estilo neoclásico’, tenemos que pasear por las calles Elizabetes, Antonijas y Strelnieku, que son en las que se concentran los más sobresalientes. Al final de la ruta, y de nuevo en la calle Alberta, imprescindible visitar el Museo Art Nouveau, instalado en el edificio donde el destacado arquitecto Konstantins Pēkšēns tenía su vivienda y estudio. El museo, con una la escalera central espectacular, permite disfrutar del interior de una de las viviendas más significativas de la ciudad.

Se divide en dos secciones; la primera, más lúdica, en la que es posible vestirse y fotografiarse con sombreros de la Belle Époque. La segunda parte, es mucho más interesante. En ella se pueden ver las diferentes estancias de la vivienda rehabilitadas a la perfección, que consiguen transportar al visitante al tiempo en el que el arquitecto vivía y trabajaba en esas mismas estancias en los primeros años del siglo XX.

Es interesante saber que en muchas viviendas modernistas se diseñaban complementos ornamentales de bronce únicos, que se utilizaban para las puertas y ventanas, como picaportes, marcos de madera o pestillos. Destaca la sala de estar con sus refinados estucos decorados con flores.

El diseño de este opulento inmueble se debió al propio Pēkšēns y a Eižens Laube, otro gran arquitecto modernista, que construyó la vivienda del número 11 de la calle Alberta. Otra joya que visitar. Se pueden encontrar más edificaciones modernistas en las calles Aleksandra Čaka, Lāčplēša Matīsa y Vīlandes. Están todas en el centro de la ciudad. Es cosa de ir buscándolas en Google Maps.

La casa del gato

Casa del Gato – Foto: Pedro Grifol

Construida en 1909, la Casa del Gato es una construcción modernista que está junto a la Plaza Livu, una de las más bonitas de la ciudad. Se trata de un elegante edificio con un cierto aire medieval y con algunos elementos modernistas, en especial la historiada decoración de su entrada principal.

Su fama se debe al gato que corona una de sus torres y a la anécdota que la rodea. Cuenta la leyenda que el propietario de la casa quiso ingresar en una asociación llamada Gran Gremio de Riga, situada al otro lado de la calle. Al ser rechazado por la asociación, colocó, como protesta, la figura de un erizado gato negro en una de sus torres dando la espalda al Gremio de Comerciantes. Cuando, finalmente, fue aceptado en el club, cambió la posición del gato. El gato sigue allí… en el tejado.

Podemos ver otras obras modernistas junto a la catedral, en la calle Smilsu,2. Se trata de un edificio diseñado por Pēkšēns, con una inquietante fachada habitada por torsos desnudos, rostros ocultos y varios animales. En el centro de la edificación podemos ver un gran pavo real con la cola desplegada. Otro interesante edificio modernista se encuentra en la calle Kalku,11, muy cerca de la Casa del Gato.

Riga con más de 750 edificaciones modernistas es el lugar con mayor concentración de este estilo arquitectónico de Europa, por lo que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Las compañías aéreas Iberia y Air Baltic tienen vuelos directos a Riga