Uno de los efectos de la globalización es el intercambio de costumbres. Viajamos más y cada vez nos sorprendemos menos de los hábitos de los ciudadanos de otros países. Pese a ello, en España todavía resisten costumbres españolas que definen nuestro carácter y nos diferencian de los demás. Son esos hábitos, a menudo convertidos en tópicos, los que sorprenden a muchos turistas llegados a este país.
Los horarios comerciales
Parar para comer es una costumbre muy española. En buena parte del mundo la comida es más bien un almuerzo que se toma sin mesa y mantel: es común ver a muchas personas comiendo en su mesa de trabajo, por la calle o en el transporte público. Pero en España nos gusta relajarnos un poco a la hora de la comida.
Pese a que en las ciudades más grandes y/o turísticas los comercios ya permanecen abiertos en horario ininterrumpido para adaptarse al vertiginoso ritmo de vida de los consumidores, todavía hay muchas zonas de España que bajan la persiana de 3 a 5 de la tarde para comer… y lo que viene después.
La siesta
La siesta es uno de los grandes inventos de España que ya tiene versiones en buena parte del mundo. Dormir después de comer no solo es un placer para muchos españoles, sino una obligación teniendo en cuenta la cantidad de alimento y probablemente bebida tomados a la hora de comer.
Después de un menú de tres platos, postre, café y media botella de vino, a ver quién es el guapo que sigue detrás del mostrador vendiendo chanclas. Pásese usted después de la siesta, gracias.
Irse de tapas
Después de esa contundente comida ya no apetece tanto una cena opípara: es el momento de irse de tapas. El tapeo es otra de las costumbres españolas más populares hasta el punto de que ya existen restaurantes y locales especializados en tapas en muchos puntos del planeta.
Pero cuando un turista extranjero llega a España, por mucho que ya conozca las tapas de su país, alucina con la buena relación calidad-precio de una velada de tapas: tres cañas y estás comido. ¿Cómo no van a amar España?
Horarios para comer
Ahora bien, lo que los turistas internacionales disfrutan menos en España es el horario de las comidas. No hay parangón en el mundo para esta costumbre española tan insólita y nos atreveríamos a decir que insana: terminar de comer a las 5 de la tarde y de cenar a las 12 de la noche no puede ser bueno.
Y claro, a los extranjeros que han desayunado a las 6 y almorzado a las 12 del mediodía les toca un poco las narices eso de esperar hasta las 9 de la noche a que abra el restaurante porque, en realidad, ya casi deberían estar en la cama durmiendo. Pero Spain is different… aunque no tanto: la mayoría de los restaurantes de los destinos más turísticos se adaptan al horario europeo de comidas.
Propinas
Para un español de viaje por Estados Unidos, por ejemplo, es un poco desquiciante pagar la cuenta de un restaurante. Seguimos sin entender todavía la razón de la propina obligatoria que, incluso, forma parte del sueldo de algunos empleados.
Por eso, cuando los turistas extranjeros llegan a España se sienten aliviados porque solo tienen obligación de pagar lo que pone en la cuenta. Y si el servicio ha sido bueno y estamos satisfechos, se deja un plus. Tiene sentido, ¿no? Al menos para los españoles y el señor Rosa, lo tiene.
Falta de puntualidad
La falta de puntualidad no es patrimonio exclusivo de los españoles, ni mucho menos, pero sería inútil negar la realidad: a muchos españoles les cautiva llegar tarde a todos partes. Todos tenemos un amigo, un familiar, una mujer o un jefe que no ha llegado nunca jamás en la vida a la hora a ninguna cita.
Sería interesante encargar un estudio a una universidad —extranjero, claro, porque si es nacional no llegaría a tiempo— que explicara este atavismo patrio. Sea como fuere, a muchos turistas les seguirá tocando esperar a que suban la persiana en la tienda de chanclas de la esquina.
El ruido
¿Fue antes el bar o la discusión? Como lo del huevo y la gallina es difícil responder a esa pregunta. Nuestra afición por departir acaloradamente en los bares alrededor de una tapa y una caña es una de nuestras grandes señas de identidad.
Nos cuesta usar voz de interiores y los alaridos en locales llenos hasta la bandera forman parte ineludible del espectáculo made in Spain. Para buena parte de los extranjeros que visitan España se trata, sin duda, de una de nuestras costumbres más insondables. Pero, ¿os entendéis así? Lo malo es que sí…
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