Cuando hablamos de las ánimas en Galicia, es inevitable hablar de la Santa Compaña, una leyenda que forma parte del acervo mitológico del noroeste de la península. También se ha popularizado como la leyenda de las ánimas de Lugo, porque en esta ciudad, cada año, se representa en Samaín la procesión de la Santa Compaña por las calles de la ciudad, pero forma parte del imaginario gallego desde tiempos inmemoriales.
Hoy te contamos qué es la Santa Compaña, la similitud con otras leyendas europeas, y cómo oirás historias sobre ella en cualquier rincón de la comunidad gallega y del noroeste de la península, en lugares de Asturias y Portugal. ¿Te atreves a descubrir la más famosa de las leyendas de Galicia?
¿Qué es la Santa Compaña?
Cuenta la leyenda que la Santa Compaña es una procesión de almas o ánimas en pena que se dedican a vagar por los bosques y caminos cuando cae la noche, durante las madrugadas más gélidas y oscuras, con la finalidad de expiar sus culpas. Se dice que, a su paso, van creando un escalofriante silencio solo roto por los gemidos y los lamentos de los espíritus. De ahí que también se la conozca la procesión de ánimas. Cuando más posibilidad hay de encontrarse con ella es durante la noche de Samaín o Halloween y la noche de San Juan, en las que se derrumban los muros que separan el mundo de los vivos con el mundo de los muertos.
Realmente nadie sabe de dónde procede el mito de estas ánimas, aunque se considera que procede de la Edad Media. De hecho, la Santa Compaña del noroeste peninsular comparte similitud con otras leyendas del norte de Europa, como la de la denominada Cacería Salvaje, aunque en esta los muertos van montados a caballo y acompañados por perros rastreadores. Estos cazadores, no obstante, pueden ser elfos, hadas, espíritus o seres fantasmales. De igual modo, en otros lugares, la Santa Compaña responde al nombre de Estadea, Huespeda, Fairy Host o Genti de Muerti. En cada región, la historia cuenta con sus propios detalles y particularidades.
De manera general, algo común en todas las versiones de este mito, es considerar la visión de la Santa Compaña como un presagio de muerte. De tal modo se afirma que, quien se encuentra con ella, si no la sigue, termina enfermando a los pocos días, empeorando su salud hasta morir. Incluso se augura que su deceso llegará antes de un año. Aunque también podría seguir un destino peor si nos centramos en la leyenda gallega.
La leyenda de las ánimas gallega
Y es que uno de los temores de los peregrinos que seguían el Camino de Santiago o el de San Andrés de Teixido, era encontrarse con la Santa Compaña. El peligro era evidente. Se dice que al frente de esta procesión de ánimas va una persona mortal, que porta en sus manos o bien una cruz o bien un caldero de agua bendita. Está condenada a vagar por los bosques hasta morir, con la espeluznante compañía de dos hileras de fantasmas vestidos con sudarios y con una vela encendida. La única forma en la que el mortal puede librarse de esta maldición es si le pasa la cruz o caldero a otro individuo. Por tal motivo, los peregrinos temían encontrarse con ella y caer en tal condena si eran los elegidos por el mortal para sustituirlo. Además de ello, se corre el riesgo de ser atraídos por las ánimas para unirse a sus filas, y quien sucumba a su llamada no podrán escapar jamás.
No obstante, la leyenda también dice cómo librarse de todos estos peligros, y desde antaño los peregrinos hacían caso de tales métodos para evitar un siniestro final. Como consecuencia, si se encontraban con la Santa Compaña, lo primero que debían hacer era no mirarla y luego tenían varias opciones. De tal manera, podían salir corriendo o trazar una cruz de Salomón con tiza y sal en el suelo o tumbarse boca abajo haciéndose el muerto para despistarlas hasta que pasaran de largo. Asimismo, en Asturias, donde la Santa Compaña se conoce como huestia, también se decía que si dibujabas un círculo de Salomón en el suelo y te metes dentro sin mirar las ánimas ni salirse de él hasta que desaparecieran.
Cruceiros gallegos
Pero la más segura de las fórmulas para eludir a la Santa Compaña se dice que es buscar refugio en uno de los muchos cruceiros que hay a lo largo y ancho de la comunidad. Porque Galicia está llena de cruceiros, un monumentos o escultura en piedra que consta básicamente de una columna o fuste con una cruz en su parte superior, que se alza sobre un pedestal con uno o varios peldaños. Lo cierto es que siempre se ha dicho que esta muestra de arquitectura popular protege a los viajeros, aunque las razones reales de cuáles eran los motivos de su construcción sean de lo más variado. Lo que no todo el mundo sabe es que los tradicionales cruceiros tienen una vinculación directa con la Santa Compaña. Y es que se cuenta que las ánimas que forman parte de ella no pueden aproximarse a ellos, y mucho menos tocarlos.
Por tal motivo, un cruceiro siempre ha sido uno de los mejores sitios para detenerse a descansar los peregrinos o los que se aventuran por los caminos gallegos. De hecho, se estima que en Galicia hay entre 10.000 y 15.000 cruceiros por los caminos y sendas, así como junto a ermitas, iglesias y cementerios, por lo que tampoco es difícil encontrarse con uno y protegerse de las ánimas sentado en sus peldaños. El más antiguo de los cruceiros gallegos es el de Melide (A Coruña), del siglo XIV, ubicado junto a la iglesia de San Roque, aunque el más famoso se encuentra en O Hio, en el municipio de Cangas (Pontevedra). Además, en las proximidades de los cruceiros a menudo se localizan también los petos de ánimas.
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