A las puertas de la estación de la melancolía, el norte de León es el escenario perfecto para dejarse cautivar por una explosión de tonos rojizos, ocres y amarillentos que transforman el manto verde de montañas –algunas con más de 2.000 metros– y valles. Cobijado por esta naturaleza excelsa, el viajero hallará un preciado patrimonio cultural, con conjuntos históricos y amurallados, santuarios, castillos, castros, brañas, cavernas, yacimientos arqueológicos…
Y como guinda culinaria, para reponer fuerzas, el obsequio de una gastronomía de arraigo, con productos y platos que son fiel reflejo de esta tierra. Te descubrimos 5 probables rutas para disfrutar de esencia montañera más pura.
Luna y Babia, tierra de pastores trashumantes en el norte de León. (De Los Barrios de Luna a Riolago de Babia)
Recorrido por el Parque Natural de los dos valles, declarados Reserva de Biosfera. Una ruta tranquila, donde el paisaje es su más grande llamativo, sin despreciar coquetos pueblos de montaña, bosques singulares y tradiciones ancestrales. Uno de dichos pueblos es Caldas de Luna, encajado entre montañas, que cuenta con el exclusivo balneario activo de la Montaña Cantábrica Leonesa.
Tras pasar por Sena de Luna, con sus viviendas de roca caliza, se llega a Babia, la tierra soñada por los pastores trashumantes… y por los reyes asturianos, que acudían ahí a reposar y desconectar. De allí el célebre comentado ‘estar en Babia’. San Emiliano es conocida por su feria ganadera del caballo hispano-bretón… y cuenta la tradición que Babieca, el caballo del Cid, era oriundo de estas montañas.
Otras 2 paradas forzadas son Torrestío, con sus llamativos hórreos, y el puerto de Ventana, por sus vistas panorámicas, antecedente de llegar finalmente de la ruta, en Riolago de Babia, con sus preciosas viviendas de roca y el palacio de los Quiñones, convertido ahora en la Vivienda del Parque Natural de Babia y Luna.
Valles del Curueño y del Torío. (De Matallana de Torío a Vegacervera)
Uno de los recorridos más sugestivos del área central, por medio de los valles de dichos 2 ríos. Cruza un macizo calcáreo y accede a los puertos de la cordillera Cantábrica, con sus bosques y amplios pastizales. Además, se visitan pueblos singulares de montaña como Valdepiélago, Lugueros, Cármenes o Vegacervera.
Aquí se festeja cada segundo domingo de noviembre la Feria de la Cecina de Chivo, uno de los productos agroalimentarios más valorados de la Montaña Cantábrica. Otra de las joyas naturales es la Caverna de Valporquero, una obra de arte geológica del subsuelo donde admirar formaciones de estalactitas y estalagmitas de maneras distintas en aulas como ‘La gran rotonda’ o ‘Hadas’.
En su exterior está el mirador de La Atalaya, con excelentes panorámicas. La ruta pasa además por el Puerto de Vegarada, destino estival de rebaños trashumantes y punto de ingreso a la estación de esquí de San Isidro (zona de Riopinos), y por Hoces de Vegacervera, una de las gargantas superiores.
Valle de Laciana y Babia. (De Villablino a La Cueta)
Los dos valles, localizados en el sector occidental de la Montaña Cantábrica Leonesa, concuerdan solo en la característica geológica de sus magníficos paisajes modelados por el hielo… sin embargo poco en sus formaciones vegetales. La ruta arranca en la villa minera de Villablino a partir de donde entrar a 2 puertos emblemáticos: Leitariegos y Cerredo.
El primero da imponentes vistas sobre Laciana y sobre la vecina Asturias, además de proteger las instalaciones de una estación de esquí y de montaña. Otra villa minera es Caboalles de Arriba, que además aloja el Centro del Urogallo, para conocer esta emblemática especie, y un juego clásico, el ‘pasabolos’ (modalidad local de los bolos). Otro poblado acreedor de visita es Sosas de Laciana, que mantiene una lechería, donde se transformaba la leche obtenida en sus brañas, y un gran castro, ‘Teso La Zamora’.
Remontando el curso del río Sil se llega al puente de Las Palomas, a partir del que admirar la fuerte entalladura del mismo, con caída de 80 metros. Después, en Piedrafica, llama la atención su pinar. La ruta, camino del Puerto de Somiedo –que conecta con Asturias– concluye en La Cueta, exitosa por sus 3 barrios, y Babia, con su lago y su torre.
Valles del Bernesga y Luna. (De La Robla a Los Barrios de Luna)
Ruta que recomienda un sugerente viaje por los valles de los dos ríos, entre regiones montañosas. Son tierras de contrastes, que se perciben en cada mata arbolada, y con una dilatada presencia humana, a partir del Neolítico hasta nuestros propios días. La ruta pasa por la iglesia del Buen Evento, del siglo XVIII, y por La Pola de Gordón, región minera carbonífera. Un elevado en el camino en Ciñera posibilita ir a el Faedo (bosque de hayas, con varias centenarias) y las hoces del Villar, por las que antaño bajaban a laborar a las minas los vecinos del valle del Torío.
El poblado de Villamanin de la Tercia destaca por su Museo Etnográfico y prosigue hasta el célebre puerto de Pajares, con sensacionales vistas panorámicas. Bastante cerca está la colegiata románica de Arbas anterior a adentrarnos en el valle del mismo nombre, presidido por la mole caliza de las 3 Marías.
La ruta concluye en Los Barrios de Luna, sitio de relevancia universal por su geología –que explica cómo se conformó la cordillera Cantábrico–, además de disponer de un interesante Museo del Pastor.
Valle de Omaña. (De La Magdalena a Las Omañas)
Esta ruta nos permite admirar uno de los valles más hermosos del noroeste leonés y es una de las que mejor preserva su sabor clásico. Los romanos calificaron a los lugareños como ‘Homines maniun’ (hombres dioses infernales) por su carácter indómito y resistencia tenaz a la romanización… y ciertos autores piensan que este apelativo otorgó nombre al flujo de agua y a su valle. Riello es popular por su carnaval, con una mascarada ancestral llamada ‘Zafarronada de Omaña’.
Siguiendo la ruta valen la pena alejarnos en el camino para ir a la ermita de Pandorado y El Castillo, con las ruinas de una vieja fortaleza al lado de la que creció el poblado. a partir de él puede subirse al mirador panorámico de Cueto Rosales. En el Valle de Fasgar los romanos buscaron oro y trazaron calzadas y puentes, como el de Murias de Paredes. a partir de ahí se accede al puerto de la Magdalena, donde alternan prados de siega y pastizales.
Y en Trascastro se conservan las ruinas de otro antiguo castillo. Por La Garandilla pasa un ramal del Camino de Santiago que transita por el valle de Samario. Esta ruta concluye en Las Omañas, donde los romanos explotaron varias minas de oro, destacando la gran mina de Las Médulas.
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