Quince veces más grande que el Retiro o Madrid Río, diez veces más grande que Hyde Park de Londres o cinco veces más grande que el mítico Central Park neoyorquino: con sus más de 1700 hectáreas, la Casa de Campo es uno de los parques urbanos más extensos de Europa, una joya natural para la ciudad de Madrid. Pero a pesar de su tamaño y de las posibilidades que ofrece, aún sigue siendo un gran desconocido para muchos madrileños. Con la siguiente guía rápida de la Casa de Campo os invitamos a descubrir el pulmón de Madrid.
Casa de Campo: de coto de caza a parque municipal
Durante cuatro siglos, la Casa de Campo fue un espacio de uso exclusivo de la familia real, un coto de caza a pie de palacio que se comenzó a gestar con la llegada de Carlos I al trono español. Francisco de Vargas y Medina, señor de la Casa de Vargas, ordenó edificar una residencia en la ribera del Manzanares, donde la realeza pasó largas temporadas.
Con el paso del tiempo, este espacio diseñado como lugar de recreo y coto de caza se convierte en una ciudad autosuficiente fomentándose el cultivo de la tierra y la cría de ganado: decenas de empleados trabajaban y vivían en la Casa de Campo, siempre al servicio de la familia real.
Sería el 1 de mayo de 1931, dos semanas después de la proclamación de la Segunda República, cuando se decretó la cesión de los terrenos de la Casa de Campo al Ayuntamiento de Madrid. Ese día, 300.000 madrileños entraron por primera vez en aquel coto privado que pasaba a ser un parque municipal a disposición de todos.
Casa de Campo: el pulmón de Madrid
1700 hectáreas dan para mucho, pero la faceta más atractiva de la Casa de Campo es, no cabe duda, su naturaleza. La vegetación natural de la Casa de Campo es el encinar, complementado de arbustos, sobre todo retama.
En este sentido, el Encinar de San Pedro en la zona central del parque es uno de sus grandes tesoros. Se trata de un área de regeneración forestal de 90 hectáreas que incluye centros de biodiversidad como el Centro de Recuperación de la Cigüeña Blanca o el Centro de Cría de Ardilla Roja.
A los encinares, la mayoría de ellos fruto de la reciente repoblación, se añaden otras especies como los pinos piñoneros, los cipreses de Arizona, castaños, chopos, robles, etc. En este sentido, también nos debemos acercar a los arroyos de Meaques (al sur) y Antequina (al norte) para disfrutar de la vegetación de ribera dominada por álamos y sauces, además de olmos y fresnos y especies arbustivas como la zarza.
Entre esta colección infinita de árboles destacan 18 catalogados como árboles singulares, caso del Árbol del Ahorcado cerca del Puente de la Culebra, la Encina del Trillo con sus 16 metros de altura, ubicado al norte del Parque de Atracciones o el Pinar de las Siete Hermanas, árboles centenarios al sur del Teleférico.
Hacer deporte en la Casa de Campo
Para muchos madrileños, la Casa de Campo es su espacio predilecto para hacer deporte: senderismo, running, ciclismo, remo, tenis, natación… Nuestra ruta deportiva por la Casa de Campo arranca en el lago, al sureste del parque, uno de los espacios más frecuentados de espacio natural. Se trata de un estanque artificial diseñado en tiempos de Felipe II por Juan Bautista de Toledo, arquitecto que dio las trazas de El Escorial. En él podemos practicar remo… o dar un romántico paseo al atardecer.
Alrededor del lago encontramos diversas instalaciones deportivas, como una pista de tenis, canchas de fútbol y una piscina municipal. Además, esta zona cuenta con una parada de metro (Línea 10) que facilita el acceso desde cualquier punto de Madrid.
Los aficionados al ciclismo también tienen en la Casa de Campo un espacio ideal para rodar gracias a sus tres rutas: la Ruta 1 discurre por la zona sur, la más concurrida, la Ruta 2 nos acerca a los lugares menos conocidos del parque en la parte norte, mientras que la Ruta 3 es la más exigente al subirse a la zona del teleférico o el Cerro Garabitas.
Y, por supuesto, el running o el senderismo son las otras actividades deportivas que podemos practicar en la Casa de Campo. Acercarnos a uno de los numerosos miradores del parque —como el mencionado Cerro Garabitas, al norte del Encinar de San Pedro— pondrá a prueba nuestro estado de forma a la vez que nos ofrecerá algunas de las panorámicas más hermosas de la ciudad.
Hay que recordar, en este sentido, que desde 2007 el parque está cerrado al tráfico —solo se permite circular hacia las instalaciones de ocio más frecuentadas— lo que facilita la práctica deportiva y, de paso, se suprime la principal fuente degradación del parque, la cual, durante décadas, fue la principal culpable de la mala fama de la Casa de Campo.
Ocio familiar en la Casa de Campo
A pesar de sus valores medioambientales y de su oferta deportiva, buena parte de los visitantes que acuden a la Casa de Campo llegan atraídos por sus instalaciones de ocio, la mayoría situadas en la zona sur.
La más famosa de ellas es el Parque de Atracciones, abierto en 1969 y que, 50 años después, sigue encandilando a los más pequeños: más de un millón de personas lo visitan cada año. Un poco más al sur se ubica el zoo, inaugurado en 1972 y que incluye un acuario, un delfinario y una granja.
Al sur del lago se ubican los recintos feriales de IFEMA que incluye el famoso Palacio de Cristal de Asís de Cabrero. Y al norte de estas instalaciones se encuentra el Teleférico que conecta con la zona del Parque del Oeste: otro de los grandes atractivos de la Casa de Campo.
Casa de Campo: rincones con historia
Aunque la mayoría de los visitantes de la Casa de Campo no suelen reparar en su vertiente histórica, algunos de sus rincones más entrañables nos recuerdan los cinco siglos que ha vivido este lugar desde su creación. El palacio de los Vargas, al este del lago, es el edificio que albergó a los primeros dueños del parque.
Pasando el zoo, ya cerca del extremo suroeste del parque, se encuentra el Puente de la Culebra, uno de los rincones más románticos de la Casa de Campo. En esta zona también podemos observar las rejas que protegieron durante décadas el parque y que nos recuerdan su función original: coto exclusivo para uso y disfrute de la familia real.
Y en la parte más septentrional nos encontramos con dos rincones históricos que merecen una visita: la Casa Quemada ocupada por la artillería del Ejercito Nacional durante la Guerra Civil, y los restos de la Casa de Vacas, erigida durante el reinado de Fernando VII con el objetivo de fabricar y vender quesos y mantequilla al estilo italiano.
Y desde la zona más desconocida de la Casa de Campo nos despedimos del pulmón de Madrid, un parque en el que la historia, el deporte, la naturaleza y el ocio se complementan para el deleite de miles de madrileños y viajeros.
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