Si Zahara de la Sierra fuese un cuadro abstracto sería blanco sobre verde: un blanco puro, limpio, casi metafísico como el que envuelve los sueños más nítidos; y verde, una completa gama de verdes intensos, frescos y vibrantes.
Pero para encontrar este venerable lienzo gaditano es casi como seguir las pistas de un tesoro. Más allá de las crestas de la Sierra del Pinar, al norte del parque natural Sierra de Grazalema, ya cerca de la frontera con Málaga. Hasta allí nos vamos para recorrer Zahara de la Sierra, el pueblo blanco que se yergue orgulloso sobre un manto verde infinito.
Descubriendo Zahara de la Sierra
A tres cuartos de hora al este de Arcos de la Frontera y a una distancia similar al oeste de Setenil de las Bodegas, Zahara de la Sierra es un pueblo blanco cuyo relativo aislamiento le ha permitido forjar una identidad única.
Pero la incomparable belleza de su caserío sobre la falda de la Sierra del Jaral que custodia los restos de su vertiginosa Torre del Homenaje no ha pasado desapercibida. No en vano pertenece a la asociación de los Pueblos más Bonitos de España junto a Castellar de la Frontera, Grazalema, Vejer de la Frontera o la propia Setenil.
Por cierto, para ser precisos con la denominación del pueblo deberíamos decir Zahara sin más, pero es común añadirle el ‘de la Sierra’ para diferenciarlo de Zahara de los Atunes, otra joya gaditana de perfil muy diferente.
En cuanto al origen del nombre, mejor lo pasamos por alto, porque hay casi tantas teorías como vecinos en Zahara: desde los que aluden a la abundancia de la flor hasta los que lo asocian a la quinta hija de Mahoma o a la favorita de Abderramán III que mandó construir el palacio de Medina Azahara
Mientras debatimos internamente sobre la opción más plausible, ya nos encontramos subiendo por las calles del pueblo, clásicas vías empedradas flanqueadas por viviendas de paredes encaladas que definen el aspecto de Zahara y otros pueblos blancos vecinos
Y es que el emplazamiento de este pueblo en la ladera de la montaña ha marcado su entramado urbano determinando las fuertes pendientes, las pintorescas calles y los frecuentes miradores. Bueno, más bien cabría decir que toda Zahara es un mirador.
Desde la calle Boquete San Juan que nos acerca a la cima ya tenemos una impresionante perspectiva del entorno zahareño. Al final de la calle nos encontramos con la Torre del Reloj del siglo XVI adosada a la vecina ermita de San Juan de Letrán, siendo el único elemento que pervive de la antigua ermita.
Por su parte, San Juan de Letrán es una construcción reciente pero ya icónica por su ubicación en una pequeña placita en la confluencia de Boquete de San Juan con la calle de Ronda: un espacio plagado de terrazas en el que saborear la singular gastronomía zahareña con platos no tan habituales en la costa como la sopa hervía, la sopa tostá o las carnes de membrillo sin olvidarnos de los suspiros y los gañotes, ambos postres típicos de los pueblos de la Sierra de Grazalema.
Si continuamos hacia el este por la calle de Ronda alcanzamos la plaza del Ayuntamiento donde se ubica uno de los miradores más espectaculares del pueblo desde el que divisar el embalse de Zahara-El Gastor. En la plaza también se ubica la iglesia de Santa María de la Mesa del XVIII que resalta por su tono pastel bajo la amenazante roca de la montaña: todo un espectáculo que seducirá a nuestra cámara.
Desde la plaza del Ayuntamiento podemos seguir en dirección norte para bajar del pueblo por la calle Olvera, otro de los lugares más fotografiados, pero nosotros subimos ya hacia la cresta de la montaña donde se encuentran los restos del poblado nazarí que permanece en penumbra al no existir apenas referencias históricas a este periodo: pero no cabe duda de que, a finales del siglo XIII, Zahara de la Sierra era un importante enclave fronterizo del Reino nazarí controlado por la cora rondeña.
No sería hasta principios del XV cuando los cristianos toman la plaza: de aquella época de fragor bélico aún podemos disfrutar de la Torre-ábside la antigua iglesia mayor y de la Torre del Homenaje que culmina la empinada subida a la cumbre de la montaña: el Centro de Interpretación de la Villa Medieval que se haya en la antigua iglesia mayor nos ofrece un acercamiento a este pasado medieval de Zahara.
Rutas y ‘playita’ en Zahara de la Sierra
Visitar Zahara de la Sierra y no conocer su entorno natural es como borrar el fondo verde de este sensacional lienzo gaditano. Y entre las rutas más frecuentadas para disfrutar de este entorno destaca con mucho el Sendero de la Garganta Verde, una ruta lineal de 2,5 kilómetros en poco menos de dos horas, pero con gran dificultad debido a sus fuertes pendientes cuyos tramos complicados, no obstante, están protegidos con barandillas.
La Garganta Verde es un cañón formado por la erosión del arroyo Bocaleones que cobija la conocida como ermita de la Garganta Verde, un espacio mágico “no adscrito a ningún culto determinado que no sea el de la propia naturaleza” tal y como indica el folleto del sendero.
Su arranque se ubica a unos 5 kilómetros al sur de Zahara de la Sierra en el puerto de los Acebuches, en un parking anexo a la CA-9104. Tras llegar al Puerto de los Portillos donde se localiza un mirador, comienza el acusado descenso que nos llevará al cauce del arroyo Bocaleones y finalmente a la ermita de la Garganta Verde.
Debido al riesgo alto de incendio forestal, el sendero está parcialmente cerrado entre el 1 de junio y el 15 de octubre salvo para barranquismo, solo pudiendo llegar al primer mirador. Además, no olvides pedir la autorización administrativa en el centro de visitantes El Bosque del parque natural Sierra de Grazalema.
Donde no hay que pedir autorización, aunque sí pagar entrada (4,5 euros en fin de semana) es en el Área Recreativa Arroyomolinos la Playita al sur del embalse y a los pies de la sierra de Monte Prieto.
Un amplio espacio entre huertas y árboles con una superficie de 6 hectáreas en la que destaca su playita que incluye restaurante y chiringuito. Porque, aunque estemos a muchos kilómetros de la costa, esto es Cádiz… y una playa nunca puede faltar. La última y refrescante sorpresa de esta perla blanca sobre el verde tapiz de la Sierra de Grazalema.
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