Del 30 de agosto al 5 de septiembre de 2021 se celebra la décima edición de ‘Benicàssim Belle Époque’, un festival que recrea la estética, la tradición y la cultura de finales del siglo XIX y principios del XX, época en la que la localidad levantina se erigió en un centro vacacional de primer orden en Castellón.
Un ciclo de cine, desfiles, visitas guiadas y escenificadas, espectáculos musicales y teatrales y un gran castillo de fuegos artificiales para culminar Benicàssim Belle Époque, una imperdible cita del verano en la Comunidad Valenciana.
La Belle Époque de Benicàssim llegó en tren
A finales de los años 60 del siglo XIX, la Sociedad de los Ferrocarriles de Almansa a Valencia y Tarragona está construyendo los últimos tramos de la línea de tren que debe conectar el Levante con Madrid pasando por Valencia. Pero Joaquín Coloma Grau, el ingeniero encargado de la obra, se encuentra con un escollo en la zona de Benicàssim.
Las últimas estribaciones del sistema Ibérico que mueren en el Mediterráneo separan esta localidad de la vecina Oropesa complicando el trazado ferroviario. Son apenas 10 kilómetros, pero se necesitará más tiempo de lo habitual para construir la vía. Es así como Joaquín Coloma decide establecerse temporalmente en el pueblo de Benicàssim para supervisar la obra invitando a su mujer Pilar Fortis Mas y a su familia a que pasen unos días con él.
Por aquellos tiempos, Benicàssim era un pueblo que vivía de la agricultura, especialmente de la explotación de la uva moscatel y los licores. Las parcelas más apreciadas, destinadas a los primogénitos, eran entonces las tierras de interior más cercanas a la montaña que eran más productivas. Para el resto de los hijos se destinaban las fincas juntos al mar donde se construían humildes construcciones para aperos… ¡Cómo cambian los tiempos!
Pilar y Joaquín quedaron prendados de aquella bahía virgen abierta al Mediterráneo y Pilar invirtió 15.000 pesetas de su dote en construir una villa de verano, una segunda residencia para acudir a disfrutar de la época estival una vez que el trazado ferroviario quedara completado. Villa Pilar fue la primera de las más de 50 villas que marcarían aquella Belle Époque de Benicàssim.
Con la llegada de los veraneantes, la historia de Benicàssim cambia radicalmente, empezando por su urbanismo que se adapta a los gustos y necesidades de estas familias burguesas. Aparecen los primeros jardines y árboles para pasar las tardes de verano ‘a la fresca’, se construyen los primeros malecones germen del paseo marítimo —que llevará el nombre de la pionera Pilar Coloma— además de instalarse nuevo alumbrado.
Esta Bella Época de Benicàssim está marcada por el lujo, la fiesta y los baños de mar. Cuentan que cada villa contaba con un nutrido plantel de sirvientes, entre los que destaca la figura del guardés que vivía en una vivienda separada dentro de la misma parcela y que cuidaba las instalaciones durante los meses de invierno.
La fiesta durante todo el verano se convirtió en todo un competitivo ritual. Las familias de las villas competían por organizar la mejor fiesta con los invitados más distinguidos que hasta aparecían en los periódicos.
Licores, pastas, música, teatro, juegos de prendas y fuegos artificiales animaban estas veladas que en las villas del norte de la playa se extendían hasta altas horas de la madrugada razón por la que empezaron a denominarse ‘el infierno’. En el sur, las fiestas eran más sosegadas y se conocían como ‘La corte celestial’. En el medio, a la altura de los jardines de la calle Jorge Comín, quedaba el ‘limbo’…
Para recuperar el cuerpo de estas infernales y celestiales veladas, los veraneantes tomaban sus baños de mar, otro rito que marcaba el verano benicense. Los doctores recomendaban que el baño debía ser de unos 10 minutos transcurriendo al menos 3 horas desde la última comida.
Embutidos en aquellos extravagantes trajes de baño —sin duda lo menos glamuroso de aquella bella época—, los veraneantes disfrutaban de las cálidas aguas del Mediterráneo hasta bien entrado septiembre: era el final del verano, empezando entonces una cuenta atrás para volver a disfrutar del paraíso estival de Benicàssim un año más.
X edición de Benicàssim Belle Époque
Del 30 de agosto al 5 de septiembre, Benicàssim vuelve a recordar aquellos felices años de la Belle Èpoque con un festival que alcanza ya su décima edición, una excelente forma de conocer el patrimonio arquitectónico e histórico de una localidad que en las dos últimas décadas ha conocido fama mundial gracias a los festivales de música independiente y de reggae que son las grandes citas del verano benicense.
Pero mucho antes de que Benicàssim bailara a ritmo de la música de Bob Marley o Blur, otros ritmos como el dixieland, el charleston o el swing retumbaban en las villas del Paseo Marítimo de Pilar Coloma. Con la nueva edición del Benicàssim Belle Époque, podremos poner a prueba nuestras habilidades con estos bailes de época, además de disfrutar de un sinfín de actividades.
Como su ciclo de cine en la playa de Voramar que recuerda como Benicàssim se convirtió durante décadas en un plató de cine de numerosas producciones que aprovecharon la deliciosa geografía de este trocito de paraíso del Levante español para situar sus historias.
Es el caso de Novio a la vista de Luis García Berlanga que, a mediados de los 50, descubrió al gran público las playas benicenses. 70 años después, Benicàssim sigue atrayendo al cine, prueba de ello fue 22 Ángeles de Miguel Bardem, rodada en 2016 entre la playa de Voramar y Villa Elisa.
En la propia Villa Elisa tendrán lugar tanto exposiciones como visitas guiadas y escenificadas. Por su parte, en el Anfiteatro Pepe Falomir, se realizarán espectáculos musicales y teatrales mientras que en el centro urbano de Benicàssim se desarrollará un gran desfile como homenaje a todos los que han participado en las nueve ediciones precedentes, incluyendo desfile de vehículos, artistas y asociaciones. Y como en aquellas ‘infernales fiestas’ de la Belle Époque benicense, el colofón lo pondrá un castillo de fuegos artificiales en la playa.
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