La Semana Santa nos regala un paréntesis vacacional de cuatro días, que invita a desempolvar la maleta y disfrutar de esta festividad religiosa que se celebra prácticamente en todos los rincones del mundo, aunque de maneras muy diferentes.
A pesar de que este año está seriamente comprometida por el covid-19 que mantiene en alerta e incertidumbre al mundo, en la comunidad Descubrir no renunciamos a viajar, soñar y disfrutar, aunque sea a través de la lectura. Así que le hacemos frente como mejor sabemos: viajando. Veamos cómo celebran la Pascua en estas cinco partes del mundo.
Praga
Si no eres muy de procesiones ni misas, la capital checa se perfila el destino perfecto. La Semana Santa está repleta de ritos y costumbres paganas relacionadas con la llegada de la primavera, el renacer de la naturaleza y el triunfo del día sobre la noche y la oscuridad. La más curiosa es el pomlázka, que tiene lugar el lunes de Pascua. Los jóvenes azotan con ramas de sauce a la chicas y les cantan, y ellas les regalan huevos de Pascua y les atan cintas en el pelo.
Las populares plazas de San Wenceslao, la República y la Ciudad Vieja acogen los mercados de Pascua con puestos de todos los tipos: decoración de huevos de Pascua, demostración de oficios tradicionales, espectáculos de música y danza… Además, es típico beber, especialmente el Jueves Santo, cerveza verde aromatizada con hierbas y ortigas y degustar mazanecs -panecillos especiados- y dulces con forma de cordero.
Jerusalén
La Semana Santa convierte a Jerusalén en el epicentro de la espiritualidad, el acervo religioso y la emoción cristiana. No hay que olvidar que en esta ciudad santa encuentra su origen la historia de la religión, por lo que las calles y rincones que esconden las murallas que la ciñen han sido testigo de acontecimientos decisivos para el cristianismo como el martirio de Cristo y la Última Cena.
Por ello, la semana de Pasión se vive con intensa emoción y devoción, intensificándose a partir del Jueves Santo, en el que se emula el lavado de pies que Jesús realizó a los apóstoles en la Última Cena y los momentos previos su apresamiento. El Viernes Santo se recrea el viacrucis por la Via Dolorosa para recordar las últimas horas de Cristo antes de la crucifixión y el entierro. Culmina el Lunes de Pascua con el encuentro de Jesús con sus discípulos.
San Fernando, Filipinas
En la capital de la provincia de Pampanga se celebra la Semana Santa más extrema e impactante del país, aunque bien podríamos decir del mundo. Tal y como nos cuentan en la web de turismo de Filipinas, “durante el Jueves Santo, con el fin de conmemorar el calvario por el que pasó Jesucristo, algunos voluntarios se autoflagelan para limpiar sus pecados hasta que se dejan la espalda en carne viva, portan coronas de espinas en sus cabezas y caminan de rodillas hasta que terminan sangrando”.
El Viernes Santo algunos penitentes “se crucifican de verdad en cruces de madera, emulando así a Jesucristo. No lo hacen hasta morir, pero sí pasan colgados de la cruz unos minutos, apuntalados con largos clavos en las manos y los pies”.
Florencia
La ciudad de los Médici celebra la Semana Santa con tradiciones de lo más curiosas e inusitadas, siendo la que más expectación despierta el Scoppio del Carro, que tiene lugar el Domingo de Resurrección. Consiste en la procesión de un carro cargado de fuegos artificiales y tirado por bueyes blancos desde la plazoleta del Prado hasta la Iglesia de los Santísimos Apóstoles.
Allí la paloma, un cohete con la silueta de esta ave, enciende los fuegos. La tradición dice, tal y como nos explican en la web de turismo de la capital de la Toscana, que “si el encendido llega a buen puerto, Florencia disfrutará de un año próspero”.
Suecia
Concluimos en este país nórdico, donde la Semana Santa está exenta de connotaciones religiosas e incluye curiosas tradiciones paganas muy vinculadas a la cultura popular. Así, es típico adornar los árboles con plumas de colores o påskris, pintar huevos de Pascua y buscarlos en los jardines y las casas.
Además, los pequeños se disfrazan con el atuendo típico de las brujas de Pascua –påskkärring– y van de casa en casa enseñando dibujos y pidiendo dulces y caramelos. Parece ser que esta tradición se originó durante la caza de brujas que tuvo lugar en Europa entre 1450 y 1750, cuando estas tenían la costumbre de volar, durante el Jueves Santo, con sus escobas a Blåkulla para reunirse con el diablo.
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