Albarracín aparece periódicamente en cualquiera de los muchos listados que se hacen con los más espectaculares y bonitos pueblos de España donde disfrutar del ambiente rural. Y lo cierto es que por mucho que se vean fotos en revistas, en webs o reportajes en la tele, jamás defrauda. De hecho, conforme las curvas de la carretera se van acercando al lugar y comenzamos a vislumbrar su caserío apiñado sobre el monte, se sabe que se está llegando a un sitio muy pintoresco y hermoso.
Dónde está Albarracín
La localidad de Albarracín se encuentra al sudoeste de la provincia de Teruel. En un territorio montañoso propio de las estribaciones del Sistema Ibérico, el cual aquí se desarrolla en la franja conocida como Montes Universales. Una sierra que sirve de divisoria entre las provincias manchegas de Cuenca, Guadalajara y las propias tierras turolenses.
Únicamente se puede llegar por carretera hasta Albarracín, y si venimos con nuestro propio vehículo, se hace necesario dejarlo en los aparcamientos preparados para ello en la parte baja de la población. Por otra parte, sería inútil y hasta peligroso entrar con el coche el casco histórico, ya que allí nos aguarda un auténtico laberinto que solo conocen los lugareños.
Un viaje en el tiempo
Todo el núcleo antiguo de la población guarda su aspecto medieval. Son calles tortuosas, con giros muy acusados y pendientes todavía más fuertes. Es recomendable llevar un calzado cómodo para la caminata, pero también batería suficiente en la cámara, porque está asegurado hacer infinidad de fotos.
No es para menos, ya que estaremos paseando por un lugar que ha sabido conservar muy bien el aspecto que pudo tener en sus orígenes como población musulmana, o posteriormente cuando fue conquistada por los cristianos. En definitiva, un paseo por Albarracín nos propone un viaje en el tiempo, sin que haga falta que se celebren recreaciones históricas que tan habituales y de tanta calidad hay en Teruel, con la famosa fiesta de Los Amantes como máximo emblema.
Son mil y un detalles los que llaman la atención de los turistas. Por ejemplo, los numerosos escudos y blasones heráldicos que aparecen en las fachadas de los antiguos palacios. O el recorrido que se puede hacer junto a sus antiguas murallas para ver la población desde las alturas. No obstante, lo mejor es pasear sin rumbo y dejarse llevar por las sensaciones para llegar a lugares como estos.
La Catedral de Albarracín
Sin duda alguna, entre todo el patrimonio de Albarracín destaca su templo catedralicio. Sí, en una población tan pequeña hay una catedral. Como no podía ser de otro modo, la catedral remonta sus orígenes a la Edad Media, y hace su peculiar fusión de diversos estilos artísticos que van desde el gótico y el mudéjar hasta algún que otro detalle renacentista.
Todo el templo está excelentemente conservado. Y también está muy bien conservado su interior donde hay bellos retablos, tapices flamencos y una gran colección de instrumentos musicales de época. En realidad como todo el conjunto monumental de Albarracín. Algo en lo que tiene mucho que ver el trabajo realizado durante años por la Fundación Santa María de Albarracín, que ha llevado a cabo infinidad de proyectos de restauración, cursos de formación y actividades para ayudar a la economía de esta localidad.
La plaza Mayor
Otro rincón por el que es imposible no pasar durante el paseo por el abigarrado casco urbano es la Plaza Mayor. E incluso nuestra recomendación es hacer un breve descanso y pararse a tomar algo. Allí nos esperan algunas de las terrazas más concurridas y sobre todo están las arcadas del Ayuntamiento donde llaman la atención la presencia de flores en sus balcones.
Más lugares reseñables
Lo mejor es perderse por esas intrincadas callejas y sus recovecos. Así nos vamos encontrando por ejemplo la iglesia de Santiago, y de nuevo muy cerca de la Catedral estará el Palacio Episcopal. Además podemos ir buscando otros palacetes donde vivía la aristocracia local, como la Casa de los Monterde o la Casa de la Enseñanza donde llama atención la forja de sus balcones.
Otra imagen que no nos podemos perder es la Casa de la Julianeta con su peculiar chaflán que se ha convertido en una de las postales más típicas de Albarracín. Y además nos llamará la atención el color azul de una de sus casas más peculiares, la de los Navarro de Arzuriaga, con su llamativa fachada en curva.
El entorno de Albarracín
Está claro que el paseo por las calles de esta localidad de Teruel es un auténtico placer para los amantes de la historia, el arte y la belleza en general. No es raro que Albarracín sea todo un referente del turismo rural en España. Y lo es por la extraordinaria conservación de su patrimonio cultural, pero también por su entorno natural.
En los alrededores de Albarracín nos espera unas montañas plagadas de senderos y de unos pinos muy particulares. Son los pinos de rodeno adaptados al duro clima de la zona y a las rocas rojas de este territorio. Por eso todo este espacio tiene la catalogación de Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno.
Y no solo eso. Esas mismas rocas son propicias para que la erosión haya formado pequeñas cuevas y abrigos. Unos espacios a cubierto que ya ocupó el hombre prehistórico y donde dejó sus pinturas rupestres. Unas joyas milenarias que hoy se salvaguardan y se explotan turísticamente con los recorridos que se hacen dentro del Parque Cultural de Albarracín.
En definitiva, que si estás pensando en hacer una escapada de tres o cuatro días a un lugar de lo más interesante, este rincón de Teruel puede ser la mejor elección.
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