Admirar una de las fachadas góticas más deslumbrantes del mundo, pasear entre obras maestras por Brera, vestirse de esmoquin para asistir a una ópera en un escenario legendario, contemplar una de las esculturas más misteriosos de un genio o epatarse con la pintura mural más famosa del planeta, para terminar con una cena nocturna a la luz de las velas en los canales de Navigli: hay tantos motivos para descubrir Milán…
La ciudad de la Lombardía es la capital económica de Italia y una de las capitales de la moda de todo el mundo. Todo ello se siente en cuanto pones los pies en la ciudad: lujo, sofisticación y una cierta petulancia caracterizan el ritmo de vida de los milaneses, el cual no tarda en embriagar al viajero. A continuación, os damos 10 motivos para visitar Milán, el corazón del norte de Italia.
La fachada rosada del Duomo
Todos los caminos llevan a la Plaza del Duomo donde refulge una de las fachadas más asombrosas de la arquitectura gótica europea. Al contrario que otros grandes edificios del gótico caracterizados por sus tonos oscuros o pardos, buena parte de la fachada del Duomo está recubierta de mármol rosado lo que le confiere ese insólito aspecto.
La complejidad de su planta y de su decoración externa, así como su tamaño —es una de las iglesias más grandes del mundo— retrasaron ¡cinco siglos! su finalización. Y si su exterior es un mito de la arquitectura, no lo es menos su interior que custodia joyas como la estatua de San Bartolomé. Y a un paso del Duomo está el Museo del Novecento, un imperdible para los amantes del arte contemporáneo.
San Ambrosio, la joya del románico lombardo
Aunque su origen data de finales del siglo IV, adquirió su aspecto definitivo en el siglo XI convirtiéndose en una referencia del románico lombardo cuyas influencias llegan hasta España. El atrio de la iglesia con sus arcadas de medio punto y los campanarios son lo más destacado del conjunto. Construido esencialmente con ladrillo, dejando la piedra para las columnas, los pilares y otros elementos estructurales, Sam Ambrosio es una visita imprescindible si queremos recordar el Milán más espiritual y ascético.
La leyendas del Castillo Sforzesco
Situado al sur del Parco Sempione, el corazón verde del centro de Milán, el Castillo Sforzesco se debe al patrocinio de Francesco Sforza, fundador de la dinastía de los Sforza que tanta ascendencia tuvieron en la Lombardía durante siglos hasta el punto de atraer a su corte a genios de la talla de Leonardo Da Vinci.
Arquitectónicamente, el castillo de Sforza es una combinación de palacio y castillo defensivo destacando sus inmensos baluartes que le otorgan un aspecto misterioso. En su interior cobija diferentes museos. Y al final de la visita, una sorpresa: la Pietá Rondanini de Miguel Ángel, una hechizante escultura inacabada del genio florentino que vale por sí sola el precio de la entrada.
La última cena de Da Vinci
Que si hay que reservar con mucha antelación, que si es demasiado caro, que si hay demasiada seguridad, que si no dejan sacar fotos… Todo es cierto, pero merece la pena. Porque no hay mural en el mundo como La última cena de Leonardo da Vinci, una de esas obras que emocionan hasta a los espectadores más indolentes.
Gracias a que solo pueden entrar grupos reducidos debido al delicado estado de los pigmentos del mural, es una obra que se puede disfrutar con mucha más tranquilidad y sin los agobios de la Mona Lisa del Louvre que, por otro lado, es mucho menos relevante a nivel artístico que la joya de Santa María de la Gracia.
Pasear entre obras maestras en Brera
A unos minutos al este del Castillo de los Sforza se encuentra una de las mejores pinacotecas de Italia, una visita imprescindible para los amantes del arte. Y es que Brera cuenta con obras maestras de Piero della Francesca, Mantegna, Tintoretto, Rafael, El Greco, Rembrandt o Boccioni, además de un patio columnado que es una delicia.
Después de tanto empacho artístico, os aconsejamos daros una vuelta por los alrededores de Brera, uno de los barrios más entrañables de Milán y probar en alguno de los coquetos restaurantes de la zona la pizza típica de la ciudad, con una masa más esponjosa de lo habitual.
Asistir a una ópera en la Scala
¿Y qué me dices de alquilar un esmoquin o un vestido de Gucci y asistir a una representación de La traviata en una de las óperas más famosas del mundo? Un buen motivo para acercarse a Milán, ¿verdad?
La Scala ha vivido diversos momentos de gloria a lo largo de historia, varios de ellos protagonizados por estrenos absolutos de Verdi. Pero si no has reservado con tiempo o el precio de la entrada te parece escandaloso, siempre puedes hacer una visita guiada e ir tarareando el Libiamo ne’lieti calici…
De compras por la Galería Vittorio Emanuele II
¿Prada o Louis Vuitton? A dilemas como estos te enfrentarás en Vittorio Emanuele II, una de las galerías comerciales más hermosas del mundo. Y aunque puede costar un riñón adquirir cualquier prenda en estas tiendas, lo mejor, en nuestra opinión, no está en los escaparates sino en la arquitectura de los edificios y en las impresionantes bóvedas y cúpulas acristaladas. Y si vas con tiempo, toma posiciones en algún rincón y deléitate con el glamour de algunos clientes: esto, amigos, no es un centro comercial del extrarradio…
La mejor arquitectura de vanguardia
Ya nos hemos fascinado suficiente con el arte clásico milanés, es hora de disfrutar un rato de la arquitectura más vanguardista y la capital de la Lombardía también va sobrada en este aspecto. Empezando por el famoso Bosco Verticale de Stefano Boeri que marcó un hito repetido en numerosos lugares del mundo, hasta la UniCredit Tower (el edificio más alto de Italia), la famosa Torre Velasca de los 50 o el edifico de la Fundación Prada, Milán es también la capital de la arquitectura contemporánea de Italia.
Una cena en los canales milaneses
De acuerdo que esto no es Venecia, pero Navigli es una refrescante sorpresa al sur de la ciudad. Si has quedado epatado de tanto arte, lujo y postureo, este barrio es la otra cara de la moneda de la ciudad lombarda. Bueno, algo de postureo sigue habiendo por aquí, pero el ambiente es un poco más alternativo y desenfadado.
Fue el propio Da Vinci el que intervino en estos canales para mejorar su navegabilidad de cara a favorecer el transporte de mercancías, pero desde hace un siglo dejaron de ser prácticos como medio de transporte y ahora son un delicioso paseo nocturno y el mejor lugar para cenar al aire libre en la ciudad.
Pasear entre gente guapa en el Quadrilatero d´Oro
Si te has mareado un poco con La última cena o has soltado una lágrima con La traviata, lo que necesitas ahora es un poco de frivolidad. Y nada mejor que acercarse al Quadrilatero d´Oro al norte de la Scala y pasear entre modelos, actores y casi famosos, todos ellos embutidos en sus atuendos más insólitos y las gafas de sol que no falten aunque esté cayendo una de esas copiosas nevadas milanesas. Si la moda es casi una religión en Italia, lo de Milán es un dogma de fe. Para estar con los ojos bien abiertos y el disparador de la cámara a punto.
Empezamos nuestra ruta por Milán en un templo y terminamos en otro. Y es que la capital lombarda es una ciudad que cree en muchas cosas, pero sobre todo en sí misma: los milaneses (como los italianos en general) aman la vida como nadie, otro motivo más para enamorarse de Milán.
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